Con 24 años la surfista y kinesióloga se hizo conocida por correr una de las olas más grandes de Punta de Lobos, quedando bajo los ojos del WSL Big Wave Awards. Hoy se encuentra en la costa norte de Hawái entrenando con surfistas de talla mundial.
Cada vez que escribimos sobre surfistas chilenos que corren olas grandes, nombres como Ramón Navarro, Cristian Merello o Rafael Tapia se vienen a la cabeza. En el caso de las mujeres surfistas, sabemos que las hermanas Anderson (Jessica y Janelle) han tomado más de alguna vez un “gun” (tabla para olas grandes) para ingresar a los swell en Punta de Lobos. Poco y nada conocíamos de Ignacia Valdés, una joven kinesióloga de 25 años recién cumplidos que en un corto periodo ha destacado por su ritmo intenso y radical.
Conversamos en exclusiva con Ignacia para conocer más de su carrera, vida y propósitos en el deporte, además de su carrera que logra complementar con su entrenamiento.
¿Hace cuánto aprendiste a surfear y cómo se dio el interés por desarrollar una carrera deportiva?
“Partí hace cinco años surfeando muy relajada. Siempre me han gustado las tablas. Era fanática del snowboard y un día mi hermano, que es mi partner para todos estos deportes extremos, trajo una tabla de Brasil y nos metimos al agua: Sentí una conexión con el mar que me encantó. Me gusta mucho el deporte, soy kinesióloga, entonces conozco mucho mi cuerpo y me gusta prepararme para ello. El surf es muy adictivo porque uno corre una ola y quiere algo más y progresar todo el rato. Es un deporte súper difícil porque el medio donde se realiza cambia constantemente. No siempre es la misma ola, el mismo viento, ni la ola cae de la misma forma, ni con la misma fuerza o la misma corriente. Entonces son muchas variables que hay que comprender”.
Ignacia nos cuenta que le encantan los deportes de tablas y buscar sensaciones adrenalínicas. En este aspecto el hecho de practicar deportes le sirvió mucho, además de practicar ballet. Sí, esta disciplina ha sido fundamental en su carrera.
“Creo que lo que más me ayudó a avanzar fue el ballet. Bailé ballet toda mi vida, desde chica: 16 años bailando. Es una disciplina súper difícil, que hace mantener una mente muy fuerte, te permite tener mucho balance de la zona media y todo eso se tiene que ver bonito y perfecto. Entonces al tener el desafío de entrar al mar para mí no era difícil.
Esperaba que me comiera una ola, lo pasaba mal, pero decía “ya tengo que llegar allá, a mi ritmo, pero tengo que llegar”.
No sé si podría recomendar a alguien a hacer ballet para comenzar a surfear, pero yo creo que cualquier deportista que se dedica y que conoce la metodología para sobresalir en un deporte podría comenzar a surfear. Es la mentalidad “machaca”, es la perseverancia, esa es la mentalidad que se necesita. Por lo que un rugbista también podría ser un buen surfista, pero en mi caso el ballet fue el indicado”.
Su motivación, el hecho de haber tenido un pololo surfista y su amor por la naturaleza la llevaron a acercarse de a poco al mar. ¿Cómo comenzaste a entrenar y qué te llevó a surfear olas grandes?
“En un comienzo iba solo los fines de semana, por lo que mi progreso era súper lento. Pero apenas me recibí el año pasado trabajaba de lunes en la noche hasta el jueves y partía ese mismo día a la playa hasta el lunes. Entre mitad y mitad todo fue avanzando mucho mejor.
Las olas grandes me empezaron a gustar porque tuve un pololo que me mostró todo lo que eran las olas grandes, el trasfondo del surf, y de lo linda que eran las fotos de olas grandes.
Entonces como partí tarde surfeando (segundo y tercer año de universidad), era mala y sigo siendo mala. Entonces siempre busqué estar atrás y que no me cayera el set en la cabeza. Me di cuenta que con tablas largas era más entretenido.
El boom de las olas grandes llegó cuando trabajé en el Ceremonial (de Punta de Lobos) con Nathan Fletcher y Carlos Burle. Me encantó. Ahí quedé enomorada del surf de ola grande.
Ahí decidí cambiarme a una casa sola (antes vivía con unas amigas), me empecé a preocupar de la alimentación, de comer temprano, de elongar. Y fue ese el invierno en el que me compré un gun y empecé a acercarme de a poco a las olas grandes, empecé a observar. Un día Ramón (Navarro) me dijo: “Ignacia te tienes que sentar aquí si quieres agarrar la ola, allá no vas a agarrar nada”.
¿Qué se requiere para poder surfear estas moles gigantes?
“El surf de ola grande requiere mucha tranquilidad mental, meditación, tener la cabeza muy clara y las ganas de hacerlo. La segunda cualidad que se necesita es apnea. Muy importante. Porque para aprender a surfear hay que pagar: Cuanto te caen las olas encima y para pagar hay que aguantar debajo del agua y poder relajarse, porque es ahí donde uno puede entrar en pánico y se te acaba el oxígeno mucho más rápido.
Hice un curso de apnea que aplico constantemente y es indispensable.
Si nos vamos un poquito a lo más técnico, necesitamos resistencia en los brazos, resistencia de remos, potencia en los brazos, poder remar una ola rapidísimo y pararse, balance y control corporal para caer bien en una ola”.
La primera vez que supe de ti fue con el video que publicó la WSL Big Wave Awards el 19 de julio de 2015. Cuéntanos un poco más acerca de ese episodio.
“Sobre ese video que publicaron yo pensé que no lo iba a hacer. Pero ya estaba con furia porque llevaba tanto rato dentro del agua sin poder agarrarme una ola que dije ya: “Esta es la mía”. Me di vuelta, la remé con toda mi fuerza, con suerte mirándola, y fue un drop medio aéreo, ahí me ayudó el ballet. Y nada… después de eso… gratificación, felicidad extrema”.
Ignacia asegura mantener un estilo “piola” y en su progreso dice sólo buscar una vida tranquila y sencilla junto al mar. Eso sí, cuando se trata de desafíos, la surfista se muestra imparable y actualmente se encuentra en Hawái aprendiendo más sobre este tipo de olas.
“Llegué el 29 de diciembre a Hawái. Kohl Cristensen nos arrienda una casa y es súper buena onda. Es una leyenda. Nos llevó a unos outer reef en bote y en jet ski. Nos han ayudado con la parte experiencia, oleaje, conocimiento de la zona, mientras yo lo he ayudado con el tema físico, de la elongación. Hemos conocido varios outer reef como las olas: “The rock”, “Alligators”, “Himalayas”, “Hammerhead”, “Avalanche”, entre otras. Algunas más chicas como “Haleiwa”, en el sector de Mokuleia, y también las del North Shore: “Waimea”, “Sunset”, “Dylan” y “Pipeline” (pero no la he corrido porque no tengo el nivel).
Ramón también estuvo por aquí. Vino para el Eddie, estuvo dos veces, y también súper buena onda, dándome consejos. Nos metimos a surfear juntos. De hecho, me “eché” una tabla de él que ya arreglé”.
¿Cómo es pagar en una ola grande de Hawái?
“El peor fue en un outer reef, un día que estaba grande, así como casi de 20 pies (6 metros) y tengo una foto de eso. Brígido, venía un setazo y nos comió a todos, pero algunos pasaron y yo de muy pava, de falta de experiencia, no atravesé la ola entonces me llevó hacia atrás, pagué y estuve en una lavadora mutante durante mucho rato. Más de 15 segundos fueron los que conté. Simplemente me tapé la nariz, me relajé, dejé que me revolviera entera y una vez que me soltó empecé a remar hacia arriba para poder salir y justo cuando subo llega otra espuma gigante. Eso fue lo peor, fue bastante largo, bastante movido, pero nada del otro mundo, al menos pude mantener la calma, después me rescataron y obviamente al momento de salir estaba cansada con la frecuencia cardiaca a mil. Pero nada, quedé un poco molida y en ese caso la elongación fue crucial”.
Sobre el futuro, la surfista chilena se plantea sus propios desafíos, aunque siempre en el bajo perfil, pero con las ganas de ir por más.
“Yo quiero seguir súper piola, súper underground. Ahora estoy con Patagonia empezando. Me han pasado algunas cosas como trajes y chalecos. Yo creo que algún día voy a competir o lo que sea, pero súper tranquila. Esto lo veo como un desafío totalmente personal. Mi meta es siempre buscar algo lejos.
Mi objetivo a largo plazo es correrme un tubo gigante, pero ese no es el fin de todo esto. Estoy desarrollando y buscando tener una vida cercana al mar, un poco más simple que la vida en la ciudad. Estoy buscando unir y realizar mi vida en torno a la kinesiología y el surf.
Realizar mi vida al lado del mar, nunca dejar de surfear, nunca dejar de preocuparme del cuerpo, del alma. Espero llegar a los 80 y estar adentro del mar con un longboard corriendo olas chiquititas, no olas mutantes que estoy tratando de correr ahora, pero siempre conectada al mar que es mi primera fuente de energía libre, todos la pueden tener. Lo rico es que cada uno lo disfruta a su manera: Cada uno tiene la tabla que quiere, se mete a la ola que quiere. Me alegro que la gente se esté metiendo para que tengan más consciencia de ellos mismos. Si al final hay que partir preocupándose de uno para preocuparse del medioambiente y del resto”.
Estoy feliz, estoy tranquila, no estoy con apuro…
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