Los últimos dos campeones nacionales de la disciplina residen en la Polinesia, lugar donde no hay nuevos casos confirmados de covid-19. A diferencia de lo que ocurre en el resto del país, gozan del mar sin restricciones. Un verdadero "oasis" en medio de la pandemia.
Son las siete de la mañana y Maximiliano Cross (29 años), surfista nacional que vive en Isla de Pascua hace cinco años, toma su tabla y se sube a una bicicleta que lo llevará a la playa de Hanga Roa.
La vida del “Duende”, como lo apodan, no ha cambiado mucho desde que la pandemia se expandió por el mundo: la costumbre de meterse al mar todos los días se mantiene intacta.
Esto, porque en la isla no hay casos activos de contagios por covid-19, por lo que las alteraciones en su rutina diaria no han sido muchas. “Las primeras semanas estuvo la marina sacando a la gente del agua, pero ahora está todo más tranquilo y están dejando surfear. Hay que tener sentido común de no meterse si es que hay mucha gente y de no sociabilizar en la playa. Las personas han sido responsables en ese sentido”, dice Cross, quien se casó con una isleña y tuvo una hija nacida en Rapa Nui.
Igual, el campeón nacional en 2018 es precavido: ocupa mascarilla cuando no está dentro del agua, y lleva el traje puesto desde su casa para estar lo menos posible en la playa.
“Entré a la isla en marzo, en los últimos vuelos, e hice la respectiva cuarentena, pero no solo por dos semanas: estuve un mes en mi casa, para cuidarme yo y mi familia, pero sobre todo porque en la isla viven muchos ancianos que tienen enfermedades crónicas. Decidí no surfear por respeto y dar el ejemplo”, cuenta el oriundo de Reñaca.
Al costado sur de la isla, lejos del pueblo de Hanga Roa, está la casa de Roberto Araki (21 años), actual campeón de Chile en la disciplina. Al igual que Cross, el nacido en Rapa Nui alcanzó a agarrar el último vuelo de regreso a la Polinesia.
“Hice la cuarentena cuando llegué y me angustié de no poder entrar al mar. Tengo la suerte de vivir al lado de la costa y en un sector donde no viene nadie. Es mi patio trasero. Voy todos los días a surfear”, apunta “Robe”.
“Mi familia está en el continente, así que estoy solo en la casa. Me hice cargo de los negocios que tiene mi papá acá en la isla: un rent a car y una ferretería, así que lo ayudo y superviso algunas cosas”, agrega Araki.
Cross, por su parte, también alterna el surf con otras actividades. “Me llega algo de plata con la beca Proddar, pero genero otros recursos trabajando con mis cuñados, plantando piñas y camotes en un campo. Me sirve de entrenamiento físico igual”, confiesa el especialista.
Ambos deportistas tienen claro que sus colegas viven una realidad diferente. “Doy gracias de poder estar acá, de ir a la playa, de surfear sin problemas. Ninguno de mis compañeros puede surfear en el continente. Los que nos dedicamos a esto, el surf y el mar es nuestra vida, y me imagino que no poder estar en el agua es muy estresante”, comenta Cross.
“Somos privilegiados”, agrega Araki.
Permisos para surfear
La prohibición de practicar deportes acuáticos en algunas playas de la costa continental ha provocado la ira de varios surfistas locales, entre ellos Ramón Navarro, quien ideó un protocolo para que la disciplina pueda practicarse con las medidas de seguridad adecuadas.
“He visto la polémica que se ha armado por gente que surfea allá en el continente. Es peligroso por el hecho de que muchas personas de Santiago viajan a la costa a surfear, y eso no debe permitirse. Si la gente local se organiza para ocupar las playas, como lo hizo Ramón (Navarro) en Pichilemu, se podría practicar el surf sin problemas”, dice el isleño Araki.
Su coterráneo agrega: “El deporte hace bien para la salud, y sobre todo estar en contacto con el mar. Se debiesen, al menos, dar permisos especiales para los seleccionados chilenos, que deben mantenerse en forma entrenando”.
Antes de esta pandemia, Cross y Araki estaban ad portas de viajar a El Salvador para disputar el clasificatorio mundial para los Juegos Olímpicos de Tokio, el sueño de ambos atletas, y que ahora está en pausa.
“Siento que puedo clasificar”, dice el “Duende”.
“Sigo entrenando con la mirada puesta en ese objetivo”, cierra Araki.
Fuente: El Mercurio